sábado, 4 de febrero de 2012

4. La angustia en los sistemas de transporte. Geometría del Bloqueo (IV)


Los sistemas de transporte están diseñados como espacios instrumentales para la actividad humana de zonas urbanas altamente densas. Para implementar un sistema de transporte como el Metro, se necesita tener un mínimo de población, que va entre un millón y 5 millones de personas. Por su parte, el sistema de autobuses y microbuses son los medios de comunicación más extendidos en todo el mundo, aunque el sistema de funcionamiento económico condiciona la seguridad que pueda ofrecer. Así por ejemplo, cuando no están reguladas las terminales, las paradas, o incluso cuando se les condiciona a los choferes su salario en base al número de pasajeros que suben o al tiempo mínimo que hacen. Esto incrementa las probabilidades de sufrir o no un accidente.

Con esto comienzo a describir lo angustiante que resulta cualquier TPM. Empezando con la planeación de nuestro destino hasta la propia configuración del sistema así como la densidad de la población, el día y la hora en que salen, amén de los peligros de delincuencia de cada ciudad, entre otros tantos factores.

Por ejemplo, si quisiéramos realizar una tarea, digamos llegar a trabajar, lo primero que debemos realizar es tener una motivación, planear el destino y tener en mente el tiempo de la realización de la tarea. Esto es el primer trabajo de nuestro sistema psíquico que se ajusta a la tarea a realizar. Posteriormente debemos salir de nuestra casa, digamos a las 7 de la mañana cuando la mayoría de las personas realizan la misma tarea, caminar hacia el transporte público y seleccionarlo por descarte, es decir, aquí ya viene otro cálculo que nos permita elegir bajo criterios heurísticos el transporte que nos llevará en el tiempo que deseamos llegar, claro suponiendo que salgamos a tiempo pues la labor se complica cuando salimos tarde. Aquí comienza a generarse la ansiedad.


Posteriormente, al tomar ese y/u otros sistemas de transporte seleccionado, comenzamos a sufrir las dinámicas propias de la aglomeración, es decir, del sistema social y por otro del tránsito y capacidades tecnológicas y viales propias del transporte. Ello genera frustración puesto que la realidad no coincide con las condiciones y tiempos estimados en nuestro plan mental; este desfase genera mayores grados de angustia.


Finalmente, la frustración puede generarse si llegamos o no al lugar planeado para llevar a cabo la tarea elegida, es decir, llegar a trabajar. El proceso se vuelve inverso y se puede repetir, cuando debemos realizar el regreso a nuestro hogar, imaginémoslo a las 6 de la tarde, cuando la mayoría de los trabajadores salen y tienen planes similares al nuestro. En consecuencia estamos hablando de un sistema complejo en la que interactúan deseos, contextos psíquicos, se interrelacionan las competencias colectivas por espacios cómodos, se agrega el tráfico del transporte y por supuesto, las personas que esperan que lleguemos al lugar de destino.

Gráfico 9. Diagrama del flujo angustiante usando el sistema de transporte.

Fuente: Elaboración propia de un sistema simple de planeación de viaje

La frustración individual, por tanto, repercute en el comportamiento del sujeto que interacciona con otros en una dinámica de aglomeración en lugares cerrados y móviles. Este fenómenos colectivamente compartido y condicionado por el sistema de transporte, se observa en eventos de violencia y en la velocidad promedio con la que la gente camina. Dentro de los vagones, en tanto, la violencia derivada de la frustración, ya no tanto de la angustia, se observa en la falta de cooperación para optimizar el espacio de los vagones para cooperar con los deseos de los demás de ocupar un lugar para llegar a su destino, es decir la instauración de cubos de bloqueo.

En el sistema de trenes japoneses, se dieron cuenta de esta dinámica, de alguna manera y estructuraron una labor para forzar que las aglomeraciones ocuparan de manera eficiente, todos los espacios del vagón a través de personas autorizadas para empujar el flujo de personas al carro. Ello quizás se deba a que en sociedades capitalistas desarrolladas como la nipona, el tiempo es dinero y por tanto, el ajuste sistémico a estas condiciones de producción y acumulación monetaria necesita de esquemas neuróticos para llevarla a cabo. La obsesión por el tiempo y el hacer las cosas a cualquier precio en un sistema social complejo.

Sería interesante conocer la simbología del metro, como espacio de muestras extremas de frustración como lo hacen los suicidas que deciden tirarse a las vías del tren. Proporcionalmente son mayores los casos de personas que se tiran a las vías del metro que aquellas que se tiran al paso de un autobús o microbús. Esto es otro tema, que puede ser desarrollado, sino es que ya lo está, por alguna otra investigación que al menos en este ensayo no tocaremos.

Finalmente, el siguiente capítulo tiene como tarea someter a prueba los postulados aquí descritos, y para ello implementará 3 experimentos que pretenderán explicar la formación de cubos de bloqueo ya sea desde el punto de vista matemático, sistémico y humano. 

3. Dinámica de los flujos sociales en ambientes aglomerados. Geometría del Bloqueo Público (III)


Hablamos de flujos de personas dentro de un TPM como si fuese una sustancia líquida que va dispersándose dentro de un contenedor. Esta alegoría no es nada descabellada, en particular porque el acomodo del flujo humano en condiciones de aglomeración dentro de un transporte se parece al vaciado de un gel en un contenedor. Pero vamos por pasos. Al parecer no sólo deberíaos hacer uso de la mecánica o dinámica de los fluidos.


Han habido otros trabajos como el de H. Yeh y otros (2008) que a través de simulaciones computacionales introducen un concepto simple llamado “agentes compuestos” para modelar fácilmente una variedad de comportamientos emergentes para una simulación de aglomeración de agente base. La formulación del agente base mejora un método para un agente simple para extender su influencia sobre otros agentes. Además, su trabajo aporta algoritmos para simular agresión, prioridad, autoridad, protección entre otros comportamientos aglomerados. Su trabajo, ofrece un panorama 3D, algoritmos y una simulación sobre estos y otros comportamientos en condiciones de aglomeración, justamente lo prueban en el metro de Nueva York. En el siguiente gráfico se muestra un ejemplo de la simulación computacional ofrecida por el trabajo de Yeh y otros.
Gráfico 7. Ejemplo del trabajo de Yeh y otros (2008, 7)



Es un trabajo muy bien fundamentado, desde el punto de vista matemático y computacional, por lo que buscaré someterlo a prueba en el capítulo II, que está destinado a la aplicación de grupos experimentales. Para ello, utilizaremos 2 grupos, uno de hormigas y otro de humanos en la línea 1 del Metro de la ciudad de México, la línea 3 del Metrobus. Los algoritmos y resultados serán igualmente descritos en el capítulo siguiente.


No obstante, considero que los seres humanos parecen mostrar alguna conexión bajo condiciones de aglomeración algo parecido a lo que ocurre en el comportamiento de los gases. Es decir, el parecido inicial observable es que el fluido, dependiendo de su viscosidad, se acomoda a la geometría del contenedor. Un gas que llena un contenedor, experimenta una aglomeración de las partículas que componente ese gas, por lo que se pueden verse partículas en el fondo, pero también cuando ya no hay suficiente para todas las partículas del gas, éste tiende a colapsar las entradas, por lo que existen partículas que intentan entrar y otras que intentan salir, por lo que las entradas-salidas se encuentran saturadas (Ver Gráfico 8).
Gráfico 8. Esquemas de las direcciones que ocupa un gas en un contenedor



La diferencia con los gases nobles es que en los flujos humanos, las partículas (sujetos) tienen la facultad de elegir los lugares en donde quieren estar, aunque también están condicionados a los lugares disponibles, a las dimensiones del vagón y a los conflictos que su pudieran generar con otros sujetos. Es decir, si quisiéramos seguir a una partícula de gas dentro de un contenedor para saber que lugares podría ir ocupando, podríamos suponerlo a partir de un cálculo probabilístico basado en procesos estocásticos. Podría ocupar cualquier lugar y cuando mucho podríamos saber rangos de los probables lugares en donde se podría encontrar. En cambio, si quisiéramos repetir el experimento con humanos, podríamos hacer dos cosas, uno, preguntarle con anterioridad en donde estará o dos, condicionarlo a que busque el lugar que le solicitamos, por ejemplo, buscar un asiento pegado en la segunda puerta. En consecuencia, encontramos un caso de estocacidad mayor que en un gas, puesto que el lugar que ocuparía en el vagón, no sólo estaría condicionado por la geometría del mismo, sino por la decisión que se le ocurra en base a cálculos emotivo-racionales.